El coro de los hipócritas, de los chismógrafos y de los investigadores de papel (ahora más digitales) anda dándole estopa al Emérito tras su última gira hispana, de la que poco han podido sacar.
¿Y a quién beneficia que le den estopa como advertencia?
Como no parece que lo de los dineros cause terremotos podríamos pensar que alguien haya decidido mezclarlo todo con los “cuernos” o el “amor” según se prefiera.
Además le añadimos unas dosis de “suegrastro” en el papel de madrastra. Recién despegado, la chismógrafa de guardia nos reveló su odio africano a la reina consorte, doña Leticia causa de todos sus males.
Y hoy sale a la luz otra presunta hija secreta que por lo visto quiere seguir siendo secreta y que no participa en el navajeo.
Tengo la impresión que tras décadas de silencio hipócrita ahora, que es fácil, lo van a matar a disgustos haciéndole pagar viejas facturas, convirtiéndolo en el mejor aliado de la causa republicana.
Sí Zarzuela tiene algo que ver con el espectáculo Felipe VI debería cambiar de consejeros.
Una señorita anda en bucle por televisiones y medios digitales siendo señalada como supuesta hija de Juan Carlos de Borbón al cuadrado.
Resulta que la muchacha es de la familia de los Montarco, de Eduardo de Rojas, conde de Montarco, quien si la memoria no me falla anduvo por la fundación de la Falange, se vistió de azul mahón y se fue a Rusia con la División Azul; también brillante Consejero Nacional del Movimiento de don Francisco. Familia de posibles, de muchos posibles. Que mezcló su sangre con los consejeros de don Juan.
Viene al caso porque unos espabilados, alguno contertulio habitual, con publicidad asegurada, han hecho un libro en el que por fuentes fidedignas, tres chismosos o chismosas, atestiguan que su ex majestad tiene una hija secreta.
Las fuentes son: una supuesta amante del emérito, no sé si como mantis religiosa, y un exnovio de la chica. ¡Casi nada! Mejor que recurrir al ADN.
La prueba del 8: una transferencia a quien tiene fortuna que no necesitaba trasferencia alguna (lo de que el rey necesitaba dinero en B para la niña secreta, pero con fortuna familiar, es de nota). Eso les puso sobre la pista.
Lo de que Juan Carlos se lo quiso contar a Felipe por si se enamoraba de su desconocida hermanastra también es de nota. Aunque esta historia me suena.
Lástima que sepamos sumar, porque cuando Alejandra nació el actual Felipe VI debía andar ya casi por el bachillerato; y por pronto que a Alejandra le gustaran mayores ya estaríamos en el 2000 y él casi andaba bebiendo los vientos por Eva Sanum.
No sé si esta es el tercero o cuarto hijo/hija que han alumbrado los chismógrafos. Hay que dar pan y circo.
Veo que, ya antes, una experta en hacer libros recogiendo chismes de alta sociedad lo anunció.
Son gentes que, gracias a su posición, consiguen que la historia-chisme tenga altavoces. La carnaza siempre vende cuando se airea.
Y así, basándose en los chismes de los cafés de alto copete, de los que gustan darse importancia, aparecen esos libros en los que la fuente es el testimonio de unos amiguetes; o de alguien interesado en hacer correr noticias.
Hace poco otro presunto chismógrafo, amparado en el cuento de los amiguetes, publicó la idiotez de que Franco no escribió su testamento. En cuanto tenga tiempo le dedicaré un largo artículo.
Así pues una señora, Alejandra Rojas, hija de la condesa de Montarco, es señalada públicamente como hija secreta de don Juan Carlos I. Así, sin más.
Y resulta que toda la familia real lo sabía, según los intrépidos autores, menos Lequio y Peñafiel, que algo saben de estas cosas.
Estaba esperando que las feministas de guardia hubieran protestado por sacar imágenes de la presunta hija, que a mi juicio se parece más bien poco al emérito y menos a las infantas.
Ni derecho a la imagen, ni derecho a la intimidad, ni nada de nada. Y ahí están la 4 y la 6 en bucle.
Alguien ha decidido que lo más sencillo para enterrar a Juan Carlos I es el salseo y la crónica rosa. Para que vaya tomando nota ante su tendencia a usar la real gana.
La hipocresía y la chismografía contraatacan, cuando todo vale, hace 20 años callaban; antes, chismosos semejantes, hacían biografías idílicas sobre la familia real. Mientras, en la calle, los informados podían hacer listados con las amantes de un rey que parecía querer recuperar el tiempo perdido cuando mandaba don Francisco. Y es que el emeritísimo es un Borbón de pedigrí: 100 por 100 Borbón.
Fue morirse don Paco y casi competir en el harén femenino con Julio Iglesias, según la leyenda del motorista fantasma madrileño.
Parten las historias de los mismos chismosos, de la misma camada. Son como los que otrora se ufanaban, en las tertulias de alto copete, de casino y cafetería de hotel de muchas estrellas, de vinos de caballeros que no tienen club privados, en exaltar las conquistas, reales o ficticias, de Juan Carlos. “¡Que estoy bien informado, oiga!”.
Que conste que a mí lo que le pase al dueño del Bribón ( no sé si su canción de bandera es aquella de “seré tu amante bandido”) me trae absolutamente sin cuidado, y ahora recoge lo sembrado. Solo espero que le de un cabreo y nos cuente lo que hicieron otros en su época.
Pero como lo de exhumar a José Antonio solo ha servido para unas horas de charla, pues ya tenemos otra maniobra de distracción que abra otro debate ficticio para la campaña: monarquía o república.
Eso sí, a Alejandra Rojas le han amargado el día y los días venideros porque cuando la trituradora se enciende es difícil pararla.
Francisco Torres (ÑTV España)